DAVID Y MANASÉS
Cómo Superar Los Fracasos (video)
Por: David Roper
SERIE TIEMPO DE BUSCAR
Libro: Còmo superar los fracasos, cortesìa de: https://www.yumpu.com/ro/document/view/14827059/david-y-manases-ministerios-rbcCONTENIDO
MANASÉS:
Cómo superar un mal comienzo..............................................
DAVID:
Cómo superar las mentiras de la autoprotección……………………………………………………..
Cómo superar el fracaso moral..........................................................................................
David y Manasès: Cómo superar los fracasos:
Prólogo
Con los años he
aprendido que Dios tiene muchas maneras de convertirnos en las personas que Él
quiere que seamos. Pero parece que su método preferido es la resistencia. A
mayor resistencia mayor crecimiento. Lo que vemos como obstáculos para lograr
lo que queremos, Dios lo ve como oportunidades de crecimiento. El desencanto,
la pérdida, la crítica, los reveses, la humillación, la tentación, la
depresión, la soledad y el fracaso moral se convierten en los medios por los
cuales nos hacemos más fuertes si somos «ejercitados» por estas experiencias,
como diría el autor de Hebreos (12:11). Este foro trata principalmente de
superar los fracasos. Vamos a estudiar a David y Manasés, dos hombres del
Antiguo Testamento que fracasaron miserablemente, y ver cómo Dios usó sus
fracasos para fortalecerlos.
David Roper
David Roper, cortesìa de: http://www.resourcepublications.net/index.php?page=authors&auth=roper
MANASÉS: CÓMO SUPERAR UN MAL COMIENZO
Era el día de Año Nuevo de La Universidad de California, en Berkeley, jugaba fútbol norteamericano contra la universidad Georgia Tech. Roy Riegels, jugador de defensa del equipo de California, recuperó una pelota que el equipo de Georgia dejó caer, corrió lateralmente por el campo, se dio la vuelta, y luego correteó 65 yardas en dirección contraria... precisamente hacia la portería de California. Uno de sus propios jugadores atajó a Riegels justo antes de que anotara para Georgia. En la siguiente jugada, Georgia bloqueó la patada de la pelota y anotó. Desde aquel día, a Riegels se le dio el vergonzoso nombre de «Riegels dirección contraria». Años después, siempre que le presentaban a alguien la gente exclamaba: «Ah sí! Sé quién eres! Eres el tipo que corrió en dirección contraria en el juego de fútbol». Tal vez nuestros fracasos no sean tan llamativos como fue el de Riegels, pero tenemos nuestras propias rutas alternas y correteos en dirección contraria. Y tenemos los recuerdos que los acompañan, recuerdos que surgen para burlarse de nosotros y perseguirnos a las 3:00 de la mañana. Hay muchas cosas en nuestro pasado que nos gustaría deshacer o rehacer, cosas que nos gustaría olvidar. Si tan sólo pudiéramos empezar de nuevo.
Roy Riegels, cortesìa de: https://www.amazon.com/Day-Roy-Riegels-Ran-Wrong/dp/1599904942
Louisa Fletcher Tarkington
escribió para todos nosotros cuando reflexionó: Quisiera que hubiera un
maravilloso lugar, Llamado la Tierra del Nuevo Comienzo, Donde todos nuestros
errores y dolores, Se pudieran dejar a la puerta como un abrigo viejo, Para
nunca ponérnoslo de nuevo. Ese lugar existe. Se halla en la gracia de Dios, una
gracia que no sólo perdona completamente nuestro pasado y lo guarda, sino que
lo usa para hacernos mejores que nunca antes. Agustín dijo: «Hasta del pecado
saca Dios algo bueno».
Louise Fletcher Tarkington, cortesìa de: https://co.pinterest.com/pin/102738435222563490/
LA PIADOSA HERENCIA DE MANASÉS
Manasés era hijo de
Ezequías, uno de los pocos reyes de Judá que «hizo lo recto ante los ojos de
Jehová» (2 Reyes 18:3). El historiador de Israel nos dice: [Ezequías] quitó los
lugares altos, y quebró las imágenes, y cortó los símbolos de Asera, e hizo
pedazos la serpiente de bronce que había hecho Moisés, porque hasta entonces le
quemaban incienso los hijos de Israel; y la llamó Nehustán. En Jehová Dios de
Israel puso Su esperanza; ni después ni antes de él hubo otro como él entre
todos los reyes de Judá. Porque siguió a Jehová, y no se apartó de él, sino que
guardó los mandamientos que Jehová prescribió a Moisés (2 Reyes 18:4-6).
Ezequías llevó a cabo un reavivamiento espiritual histórico que rejuveneció a
Judá. Se deshizo de los ídolos que Acaz su padre había adorado, y libró a su
pueblo de la apostasía. Los ministerios proféticos de Isaías y Miqueas lo
ayudaron grandemente en su obra de reformación. Manasés, hijo de Ezequías,
ascendió al trono cuando tenía 12 años de edad y reinó durante 10 años como
virrey de su padre. Cuando tenía 22 años, su padre murió y el joven rey tomó
las riendas del gobierno. Reinó 55 años, del 697 a.c. al 642 a.c., el reinado
más largo en toda la historia de Judá e Israel. (1)
Rey Manasès, cortesìa de: https://espanol.ucg.org/miembros/bajo-el-lente/145-2-reyes-21-23-el-arrepentimiento-de-manases-josias
Manasés tuvo la bendición de tener un padre piadoso. Vivió en una época de vitalidad y prosperidad espirituales. Lo instruyeron los profetas Isaías y Miqueas. Y vio cómo el Señor libró milagrosamente a Jerusalén cuando fue sitiada por los asirios (2 Reyes 19:35). Sin embargo, no siguió los pasos de su padre.
EL FRACASO DEL LIDERAZGO DEL MANASÉS
Las Escrituras nos
dicen que Manasés «hizo lo malo ante los ojos de Jehová, según las
abominaciones de las naciones que Jehová había echado de delante de los hijos
de Israel» (2 Reyes 21:2). Las «naciones» de quienes escribe el autor eran los
depravados y repugnantes cananeos. Manasés fue incluso peor que ellos en su
loco desenfreno de quebrantar toda regla... una locura expresada en los
siguientes versículos: 4 Porque volvió a edificar los lugares altos que
Ezequías su padre había derribado, y levantó altares a Baal, e hizo una imagen
de Asera, como había hecho Acab rey de Israel; y adoró a todo el ejército de
los cielos, y rindió culto a aquellas cosas. Asimismo edificó altares en la
casa de Jehová, de la cual Jehová había dicho: Yo pondré mi nombre en
Jerusalén. Y edificó altares para todo el ejército de los cielos en los dos
atrios de la casa de Jehová. Y pasó a su hijo por fuego, y se dio a observar
los tiempos, y fue agorero, e instituyó encantadores y adivinos, multiplicando
así el hacer lo malo ante los ojos de Jehová, para provocarlo a ira. Y puso una
imagen de Asera que él había hecho, en la casa de la cual Jehová había dicho a
David y a Salomón su hijo: Yo pondré mi nombre para siempre en esta casa, y en
Jerusalén, a la cual escogí de todas las tribus de Israel;...Manasés los indujo
a que hiciesen más mal que las naciones que Jehová destruyó delante de los
hijos de Israel (2 Reyes 21:3-7,9).
2 Reyes 21, cortesìa de:https://www.mundobiblicoelestudiodesupalabra.com/2015/01/misericordia-hasta-para-el-peor-pecador.html
Los pecados de Manasés se mencionan aquí en
orden ascendente de desviación. Primero, «volvió a edificar los lugares altos
que Ezequías su padre había derribado». Acaz, el abuelo de Manasés, edificó
«lugares altos», bosquecillos en las cimas de las montañas donde se adoraba a
Asera. Ezequías los derribó (2 Reyes 18:4). Manasés los reedificó. Luego
Manasés «levantó altares a Baal», la deidad principal de los cananeos, e hizo
una imagen de Asera igual que lo hicieron Acab y Jezabel, el dúo diabólico de
Israel (1 Reyes 16:33). Las imágenes de Asera eran de una deidad femenina, la
consorte de Baal, que representaba a la diosa cananea del sexo y la fertilidad.
Los postes erigidos en su honor eran, evidentemente, una especie de símbolos
fálicos. Manasés adoró a las huestes del cielo y les sirvió. Practicó la
astrología, dando su devoción al sol, la luna, los planetas y las estrellas
(véanse también Jeremías 8:2; 19:13). Edificó altares a las deidades astrales
en el templo de Jerusalén, donde Dios había dicho: «Yo pondré mi nombre». Hizo
pasar a sus hijos por fuego, es decir, los sacrificó. Según el cronista: «Y
pasó sus hijos por fuego en el valle del hijo de Hinom». Además, «era dado a
adivinaciones, y consultaba a adivinos y encantadores» (2 Crónicas 33:6). El
texto hebreo sugiere que hizo más que consultarlos: los «designó». En otras
palabras, les dio puestos en su corte y los puso en su gabinete. Como si esto
fuera poco, este corrupto monarca luego «puso una imagen de Asera que él había
hecho en el templo». Tomó la imagen
pornográfica antes mencionada, dedicada a toda cosa fea y obscena, y la colocó
en el Lugar Santísimo en el templo de Dios. En ninguna parte se ve ni la más
ligera indicación de adoración a Jehová. Manasés seleccionó sus dioses de entre
las culturas que rodeaban a Israel: de los amorreos, los cananeos, los filisteos
y los fenicios. Pero no hay ni una referencia al Dios que se había revelado a
Israel. El historiador concluyó: «Manasés los indujo a que hiciesen más mal que
las naciones que Jehová destruyó delante de los hijos de Israel» (2 Reyes
21:9). Entendamos lo que se dice aquí: Manasés, por sí solo, fue el responsable
de hacer caer a una nación entera. Qué legado! Y eso no es todo. Hay una nota
al pie que tiene terribles implicaciones: Fuera de esto, derramó Manasés mucha
sangre inocente en gran manera, hasta llenar a Jerusalén de extremo a extremo;
además de su pecado con que hizo pecar Judá, para que hiciese lo malo ante los
ojos de Jehová (2 Reyes 21:16). Manasés tapó la boca de los profetas con una
furia aterradora. Josefo, el historiador judío, dice que Manasés «mató a todos
los hombres justos que había entre los hebreos, y tampoco perdonó a los
profetas, porque cada día mataba a algunos hasta que Jerusalén rebosaba de
sangre». Existe una antigua tradición judía que aparece en el Talmud y que dice
que Manasés colocó a Isaías, su viejo maestro, sobre un tronco y lo aserró en
dos. Ese es casi con toda certeza el trasfondo de la afirmación que hace el
libro de Hebreos de que al menos uno de los héroes de Dios fue «aserrado»
(Hebreos 11:37): "Fueron apedreados,[a] aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados". Hebreos 11:37, Nueva versiòn internacional
Profeta Isaìas, cortesìa de: https://origenes88.com/conociendo/los-profetas-mayores-isaias/
EL RESTO DE LA HISTORIA
Los demás hechos de
Manasés, y todo lo que hizo, y el pecado que cometió, no está todo escrito en
el libro de las crónicas de los reyes de Judá? Y durmió Manasés con sus padres,
y fue sepultado en el huerto de su casa, en el huerto de Uza, y reinó en su
lugar Amón su hijo (2 Reyes 21:17-18). He aquí algo raro: Manasés se burló de
Dios durante 55 años, se complació en toda clase de pasiones lascivas,
corrompió y arruinó a una nación entera, y Dios se quedó con los brazos
cruzados. Seguro? Normalmente sólo vemos un lado de Dios: Su paciencia: «Jehová
esperará para tener piedad de vosotros» (Isaías 30:18). Pero hay otra cara de
la moneda: Sus «extraños» juicios. La historia completa no aparece en los
libros de los Reyes. El propósito de 1 y 2 de Reyes es presentar la trayectoria
de la decadencia de Israel y de Judá hasta el exilio en Babilonia y dar las
razones de dicho exilio. Las historias están necesariamente resumidas. El autor
se detiene únicamente en aquellos hechos que contribuyen a su tema. El relato
del reinado de Manasés se reanuda y complementa en 2 Crónicas 33. El propósito
del cronista era distinto. Su tema era la restauración del trono de David. Para
ese fin seleccionó acontecimientos que contribuyeron a ese tema e incluyó una
serie de datos que se omiten en Reyes. Los primeros nueve versículos de 2
Crónicas 33 son básicamente un recuento de 2 Reyes 21:1-9 con unos cuantos
cambios. Entonces surge una nueva historia. Y habló Jehová a Manasés y a Su
pueblo, mas ellos no escucharon (2 Crónicas 33:10). El juicio de Dios no vino
precipitadamente. Nunca es así. El teólogo John Piper dice: «La ira [de Dios]
ha de liberarse usando un seguro fuerte, pero Su misericordia tiene un gatillo
delicado». Dios nos ama demasiado como para desistir. Nos persigue, aun hasta
nuestro pecado y culpa, y nos suplica que regresemos. Un viejo proverbio turco
dice que Dios tiene «pies de lana y manos de acero». Tal vez no le oigamos
venir, pero cuando nos pone las manos encima, no podemos escaparnos. La otra
parte de la promesa «no te dejaré, ni te desampararé» (Josué 1:5) es que Dios
nunca nos dejará tranquilos. Nos va a perseguir, a importunar, a molestar, a
fastidiar y a interrumpir hasta que cedamos. Dios tiene muchas maneras de
librarnos del pecado: a veces por medio de un tirón que sentimos en el alma; a
veces por medio de una palabra que dice un amigo; a veces por medio de un
incidente relacionado; 8 y otras veces por medio de un libro, un sermón, una
reunión casual. De esas formas, Dios apela a nosotros para que volvamos a Él.
Recuerdo a un estudiante que conocí hace años en una universidad. Estaba
sentado en un banco frente a una iglesia leyendo un periódico. Yo me senté
junto a él y empezamos a conversar. La conversación fue buena hasta que
llegamos al tema de su relación con Dios. Él se levantó de un salto diciendo
una mala palabra y se fue enojado. Entonces se detuvo y dio la vuelta.
«Perdóneme dijo me crié en un hogar cristiano. Mis padres son misioneros
presbiterianos en Taiwán, pero yo he estado huyendo de Dios toda mi vida. Sin
embargo, adondequiera que voy, alguien me quiere hablar de Dios». Más que nada,
Dios quiere que nos entreguemos a Su amor. «El amor nos rodea dijo George MacDonald
buscando la grieta más pequeña por donde pueda entrar». Dios espera incansablemente
y ama implacablemente. Más si no le queremos, Él nos deja ir por nuestro camino
y cosechar las consecuencias de nuestra resistencia. Pero hasta eso es para
nuestro bien. Es el juicio redentor de Dios. Dios sabe que cuando sople el
viento frío, puede que volvamos nuestras cabezas. Por lo cual Jehová trajo
contra ellos los generales del ejército del rey de los asirios, los cuales
aprisionaron con grillos a Manasés, y atado con cadenas lo llevaron a
Babilonia. Mas luego que fue puesto en angustias, oró a Jehová su Dios,
humillado grandemente en la presencia del Dios de sus padres. Y habiendo orado
a él, fue atendido; pues Dios oyó su oración y lo restauró a Jerusalén, a su
reino. Entonces reconoció Manasés que Jehová era Dios (2 Crónicas 33:11-13). El
rey asirio mencionado aquí probablemente sea Esarhadón, hijo de Senaquerib.
Esarhadón colocó un anillo en la nariz de Manasés, grillos en sus manos y pies,
y lo mandó a Babilonia, donde languideció en un calabozo durante 12 años. Un
anillo en la nariz era la manera asiria de humillar a los reyes conquistados,
una costumbre claramente ilustrada en los artefactos asirios. Qué humillación
tan grande! Qué ruina tan horrible! Y todo para llevar a Manasés de vuelta a
Dios.
Rey Manasès, cortesìa de: https://diegoteh.com/?p=2333
EL CAMINO DE REGRESO
La recuperación empieza con la vergüenza. MacDonald escribió: «Sentirse avergonzado es algo santo y bendito. La vergüenza es vergüenza sólo para aquellos que quieren aparentar, no para los que quieren ser. La vergüenza es vergüenza sólo para aquellos que quieren pasar el examen, no para los que quieren llegar al corazón de las cosas... Sentirse humildemente avergonzado es sumergirse en el baño de limpieza de la verdad». La humildad y la contrición son las llaves al corazón de Dios. Esas fueron las llaves que usó Manasés. Mas luego que fue puesto en angustias, oró a Jehová su Dios, humillado grandemente en la presencia del Dios de sus padres (2 Crónicas 33:12). Josefo dijo que Manasés «se consideró ser la causa de todo». Aceptó la plena responsabilidad de lo que había hecho: sin negaciones, ni excusas, ni justificación, ni culpar a otros, ni súplicas especiales. Entonces Manasés «se humilló grandemente». Nuestra tendencia a excusarnos a nosotros mismos viene de pensar que Dios nunca nos va a aceptar de nuevo a menos que podamos minimizar o explicar nuestras malas 10 acciones. Pero, como observara C. S. Lewis: «El verdadero perdón significa mirar fijamente al pecado, ese pecado que queda sin excusa después que se han hecho todas las concesiones, y ver en él todo su horror, suciedad, maldad y malicia, y aun así ser reconciliado completamente con el que lo hizo. Eso, y sólo eso, es perdón; y eso siempre lo podemos obtener de [Dios]». Manasés no fue abandonado. A pesar de Su monstruosa maldad, el Señor seguía siendo el Dios de Manasés. Aunque la ira cubría el rostro de Dios, nunca desvió la mirada.
UN AMOR QUE NO MUERE
En La cabaña del tío Tom, escrita por Harriet
Beecher Stowe, Tom se lamenta diciendo: «Soy malo, malísimo. Pero no puedo
evitarlo». El pecado es nuestra naturaleza. Es como vamos por la vida y no
podemos evitarlo. Sin embargo, nuestros repetidos fracasos no cambian la
disposición fundamental de Dios hacia nosotros. Si nuestra naturaleza es pecar,
la Suya es salvar. Si no entendemos eso, nunca podremos sobrevivir a nuestro
pecado. Lo único que lograríamos sería aterrorizarnos y alejarnos de Dios.
Tendríamos motivo para estar aterrorizados si Dios nos hubiera escogido al
principio porque éramos maravillosos. Pero puesto que nuestra aceptación
original no dependió de nada que hubiera en nosotros, no hay nada en nosotros
que la pueda deshacer.
Libro: La cabaña del Tìo Tom, cortesìa de: https://www.tornamesa.co/libro/la-cabana-del-tio-tom_81357
No hay nada en nosotros que mereciera el favor de Dios
antes de nuestra conversión; nada en nosotros merece que continúe ese favor.
Dios nos salvó porque decidió hacerlo. Nos creó para Él, y sin esa comunión,
hay dolor en su corazón por la soledad. Es por eso que Cristo sufrió por
nosotros, «el justo por los injustos, para llevarnos a Dios» (1 Pedro 3:18).
1 Pedro 3:18, cortesìa de: https://mvmspanish.wordpress.com/2012/09/23/jesus-pago-por-nuestros-pecados-1-pedro-318/
Él
nunca se dará por vencido. Nos ama demasiado como para desistir. «...el que
comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo»
(Filipenses 1:6).
Filipenses1:6, cortesìa de: https://www.facebook.com/RadioCulturalTGN/posts/1364490920282038:0
Debemos aceptar el perdón completo y gratuito de Dios y luego olvidarnos. Es indiscutiblemente verdad que somos pecadores. También es indiscutiblemente verdad que somos pecadores perdonados. No debemos meditar constantemente en nuestra maldad. El corazón de Dios está abierto a nosotros. Debemos tomar el perdón que necesitamos y seguir adelante en la vida.
ACABEMOS BIEN
Hay más. Dios no sólo olvida nuestro pecado, sino que lo usa para hacernos mejores que nunca. Consideremos a Manasés. Fue liberado de la prisión después de 12 años y restaurado a su trono. Entonces se preparó para fortalecer sus defensas: Y habiendo orado a él [Manasés], fue atendido; pues Dios oyó su oración y lo restauró a Jerusalén, a su reino. Entonces reconoció Manasés que Jehová era Dios. Después de esto edificó el muro exterior de la ciudad de David, al occidente de Gihón, en el valle, a la entrada de la puerta del Pescado, y amuralló Ofel, y elevó el muro muy alto; y puso capitanes de ejército en todas las ciudades fortificadas de Judá. Asimismo quitó los dioses ajenos, y el ídolo de la casa de Jehová, y todos los altares que había edificado en el monte de la casa de Jehová y en Jerusalén, y los echó fuera de la ciudad. Reparó luego el altar de Jehová, y sacrificó sobre él sacrificios de ofrendas de paz y de alabanza; y mandó a Judá que sirviesen a Jehová 12 Dios de Israel (2 Crónicas 33:13-16). Manasés destruyó sus dioses paganos y quitó el terrible ídolo que había colocado en la casa del Señor. Odió sus ídolos con el mismo fervor con que los había amado. Reparó el altar del Señor, el cual había dañado. Ofreció en él sacrificios de paz y de alabanzas por su liberación. Esta vez usó su poder para reformar a su pueblo en vez de para corromperlo. Eso es lo que Juan el Bautista describió como «frutos dignos de arrepentimiento» (Mateo 3:8). El verdadero arrepentimiento implica un cambio fundamental en nuestra perspectiva y actitud. No es pura tristeza por el pecado. Es un cambio radical en nuestra manera de pensar. Se va a manifestar en un esfuerzo determinado para fortalecernos en aquellas áreas en las que somos débiles y en las que hemos caído antes. Habrá una firme decisión de guardarnos del pecado. El verdadero arrepentimiento significa permanecer alejados de la compañía de una persona cuya influencia nos corrompe. Significa permanecer alejados de situaciones en las que nos inclinamos a tropezar y a caer. Significa permanecer alejados de influencias contaminantes en películas, libros, revistas y el ciberespacio. Significa buscar a alguien a quien podamos rendir cuentas cuando viajamos, alguien que nos ayude a ser honestos cuando estamos lejos de casa. Sea lo que sea, nuestro descarrío nos habrá hecho mejores y más fuertes que nunca. Hasta de nuestro pecado Dios puede sacar algo bueno. Dios dio a Manasés 20 años más de gobierno. Tuvo un nuevo y mejor comienzo, y sacó el máximo provecho de ello. Llegó a ser uno de los reyes más grandiosos de Judá, y durante 22 años, fue un ejemplo glorioso para Israel de la gracia inimaginable de Dios. Dios hará lo mismo con usted.
QUÉ HAY EN UN NOMBRE?
El nombre de
Manasés viene de un verbo hebreo que significa «olvidar». Esa es la palabra que
Dios escribe sobre el pasado de Manasés y el nuestro: olvidado. «...perdonaré
la maldad de [ustedes], y no me acordaré más de su pecado» (Jeremías 31:34).
Jeremìas 31:31-34, cortesìa de: https://www.facebook.com/amordediosulga/photos/a.1949971681940571/2862047294066334/?type=3&paipv=0&eav=AfbK7gJnHw8TpAxUaBx0VLjzI0dAHRUBsSkgl6yCQgOhhKP018i1wCiSgrbSOeDVQDw&_rdr
Oswald Chambers dice: «Dios olvida y aleja nuestros pecados». Cuando pienso en
un pecado de proporción imperdonable me viene a la mente Jeffrey Dahmer. Dahmer
confesó haber asesinado a 17 hombres, haber desmembrado a algunos, haber tenido
relaciones sexuales con sus cadáveres, y haber comido partes de sus cuerpos. La
cobertura que hicieron los medios de comunicación de sus delitos convirtió a
Dahmer en un símbolo nacional del mal [en los Estados Unidos]. Después de su
sangrienta muerte en el Centro Correctional Columbia de Wisconsin, todo el
mundo estaba convencido de que se iba derecho al infierno. Un columnista expresó
una ferviente súplica a los poderes de las tinieblas: «Por favor, acoge a
Jeffrey Dahmer». Sin embargo, resultó ser que Dahmer había empezado a asistir a
unos estudios bíblicos en la prisión. Posteriormente hizo una profesión pública
de fe en Jesucristo y fue bautizado. Encontró perdón y paz. Estaba tranquilo
respecto a su destino, aun cuando otro prisionero intentó cortarle el pescuezo
durante un culto en la capilla. Si fue sincero, y aparentemente lo fue, lo
veremos un día en el cielo. Extraño, no? Pero así es la gracia de Dios.
Jeffrey Dahmer, cortesìa de: https://depor.com/mexico/tendencias-mx/serie-de-jeffrey-dahmer-en-netflix-la-verdadera-historia-detras-del-carnicero-de-milwaukee-y-como-murio-el-famoso-asesino-serial-monster-the-jeffrey-dahmer-story-estrenos-noticia/
POSTDATA Durante el receso de aquel juego de fútbol en 1929, Riegels se escondió en un rincón del vestidor de la universidad con una toalla sobre la cabeza. Nibbs Price, su entrenador, no le dijo nada y muy poco al equipo. Tres minutos antes de la segunda mitad del partido dijo en voz baja: «El equipo que empezó la primera mitad empezará la segunda». Riegels exclamó: «Yo no puedo, entrenador; no puedo volver al juego. He humillado al equipo, a la universidad y a mí mismo. No puedo volver». «Vuelve al juego, Riegels contestó Price. Sólo va por la mitad». Qué entrenador! Qué Dios!(1)
DAVID: CÓMO SUPERAR LAS MENTIRAS DE LA AUTOPROTECCIÓN
Rey David y Rey Saùl, cortesìa de: http://bibliareflexiones.blogspot.com/2012/03/nueva-cronologia-parte-13-david-rey-de.html
Cuando el fracaso y el éxito están en
discusión, me acuerdo de un incidente en la vida de David. Ocurrió durante un
período en que él y Saúl estaban jugando al escondite a muerte. Saúl,
persiguiendo a David y a sus hombres en el desierto de Judea, estaba decidido a
arruinarlo. Saúl conocía todas las guaridas y escondites de David. David podía
correr, pero sabía que no podía esconderse. Estaba cansado y agotado. Sus
problemas parecían no tener fin. Los cánticos que se asignan a este período de
la vida de David son tristes. El estado de ánimo predominante es deprimente y
desesperado. Por qué estás lejos, oh Jehová, y te escondes en el tiempo de la
tribulación? (Salmo 10:1). Hasta cuándo, Jehová? Me olvidarás para siempre?
Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí? (Salmo 13:1). Dios mío, Dios mío, por
qué me has desamparado? Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las
palabras de mi clamor? (Salmo 22:1).
LA PELIGROSA DECISIÓN DE DAVID
David había llegado
al final de sus fuerzas. No podía aguantar nada más. Así que pensó: Dijo luego David en su corazón: Al fin seré
muerto algún día por la mano de Saúl; nada, por tanto, me será mejor que
fugarme a la tierra de los filisteos, para que Saúl no se ocupe de mí, y no me
ande buscando más por todo el territorio de Israel; y así escaparé de su mano
(1 Samuel 27:1).
Mapa de la ruta de de la persecución de Saùl a David, cortesìa de: https://chongsoonkim.blogspot.com/2019/12/1-samuel-27-david-among-philistines.html
En el pasado, David hablaba con Gad o con alguno de sus otros consejeros. O mejor aún, «consultaba a Jehová»
(1 Samuel 23:2,4). Pero en esta ocasión, David no preguntó al Señor ni a nadie
más. Miró sus circunstancias, se llevó de sus temores, y huyó a Filistea. En su
situación creyó que eso era lo mejor que podía hacer. La frase que se traduce
«nada, por tanto, me será mejor que fugarme» está dicha en una forma que
sugiere mucha prisa: «Escaparé de inmediato. Lo haré ahora mismo!» Las
decisiones que tomamos cuando estamos abatidos o emocionalmente perturbados son
sumamente peligrosas. Cuando estamos en ese estado mental somos más vulnerables
a tomar malas decisiones, decisiones que nunca tomaríamos si tuviéramos las
cosas bajo control. Cuando estamos deprimidos, inevitablemente hacemos malos juicios.
Me pregunto cuántas personas solteras han decidido, en un momento de agotamiento, que ya no pueden aguantar más
el pensar en la soledad perpetua, y por eso se conforman con un compañero o
compañera que les hace la vida aun más desgraciada. Me pregunto cuántos hombres
han dejado sus buenos empleos en un ataque de frustración momentánea y de
rabia, y ahora se encuentran sin esperanzas de trabajo o trabajando en
situaciones mucho menos deseables. Me pregunto cuántas personas han dejado sus
matrimonios cuando están en un punto bajo y han vivido para lamentar esa
decisión. Me pregunto cuántos hombres han abandonado ministerios productivos
por cansancio y desaliento. Ignacio de Loyola, quien vivió en el siglo 16,
escribió un libro titulado Ejercicios espirituales. Señaló que existen dos
condiciones para la vida cristiana. Una es la consolación, «cuando el alma se
despierta a un amor por su Creador y
Señor. Cuando la fe, la esperanza y la caridad y el gozo interior inspiran el
alma a la paz y la quietud en nuestro Señor». La otra es la desolación, «cuando
hay oscuridad de alma, tormento en la mente, una fuerte inclinación a las cosas
terrenales, una inquietud que resulta del desorden, y las tentaciones que
llevan a la pérdida de la fe. Descubrimos que estamos apáticos, tibios, tristes
y separados, por decirlo así, de nuestro Señor». «En época de desolación,
escribió, uno no debe nunca hacer ningún cambio, sino permanecer firme y
constante en la resolución y decisión que lo guió el día antes de la
desolación, o a la decisión que tomó en la consolación anterior. Porque así
como el buen espíritu nos guía y consuela en la consolación, así en la
desolación el espíritu maligno guía y aconseja. Si se siguen los consejos de
este último espíritu, uno no puede encontrar nunca el camino correcto a una
buena decisión». Y continuó diciendo: «Aunque en la desolación no debemos
cambiar nuestras primeras resoluciones, será muy ventajoso intensificar nuestra
actividad contra la desolación. Eso se puede hacer insistiendo más en la oración,
la meditación, el examen y la confesión». Así que debemos esperar y orar.
Ignacio de Loyola, cortesìa de: https://mihistoriauniversal.com/biografia/san-ignacio-loyola
David
aprendió posteriormente a esperar a Dios (Salmo 5:3;27:14;33:20;37:7,34;
38:15). Debió haber esperado en esta ocasión, pero ya había tomado una
decisión. Dadas sus circunstancias, Filistea parecía mejor que la sombra de las
alas invisibles de Dios. Se levantó, pues, David, y con los seiscientos hombres
que tenía consigo se pasó a Aquis hijo de Maoc, rey de Gat. Y moró David con Aquis
en Gat, él y sus hombres, cada uno con su familia; David con sus dos mujeres,
Ahinoam jezreelita y Abigail la que fue mujer de Nabal el de Carmel. Y vino a
Saúl la nueva de que David había huido a Gat, y no lo buscó más (1 Samuel
27:2-4).
LA INQUIETUD DE DAVID
David estaba seguro
en Gat, aunque cada vez más inquieto. Sus movimientos estaban restringidos.
Tuvo que renunciar a su autonomía e independencia. Sentía la necesidad de
alejarse de la ciudad real, por lo que pidió a Aquis que le asignara otro lugar
para vivir. Fue una solicitud modesta: Y David dijo a Aquis: Si he hallado
gracia ante tus ojos, séame dado lugar en alguna de las aldeas para que habite
allí; pues por qué ha de morar tu siervo contigo en la ciudad real? Y Aquis le
dio aquel día a Siclag, por lo cual Siclag vino a ser de los reyes de Judá
hasta hoy. Fue el número de los días que David habitó en la tierra de los
filisteos, un año y cuatro meses (1 Samuel 27:5-7). Por fin David y sus hombres
pudieron establecerse. Durante meses sus vidas habían estado llenas de alarma y
huidas. Ahora tenían un rinconcito de paz. Sus hijos podían jugar seguros. Los
ancianos podían sentarse bajo el sol y conversar. Los hombres podían trabajar
en los campos en lugar de sostenerse allanando y saqueando. David y su gente
vivieron en Siclag sin que nadie los molestara por un tiempo, y todo parecía
marchar bien externamente. Pero aquella fue una época estéril en el andar de
David con Dios. No escribió poesía ni cantó canciones en Siclag. El dulce
cantor de Israel estaba mudo. David se alejó cada vez más del Señor. Sin
embargo, el alejamiento de David no dio como resultado sólo su fracaso
personal, sino que él también hizo a sus amigos correr un riesgo. Filistea
estaba fuera de la herencia de Dios, la morada del Altísimo. Estaba llena de
ídolos (2 Samuel 5:21). A medida que David se alejaba de Dios se inquietaba más
y más, un estado mental que siempre nos mete en graves problemas.
1 Samuel 27, 5-7, cortesìa de: https://mosqueterosdeyehovah.com/1-samuel-capitulo-27/
LAS ATERRADORAS INCURSIONES DE DAVID
Y subía David con sus hombres, y hacían incursiones contra los gesuritas, los gezritas y los amalecitas; porque éstos habitaban de largo tiempo la tierra, desde como quien va a Shur hasta la tierra de Egipto. Y asolaba David el país, y no dejaba con vida hombre ni mujer; y se llevaba las ovejas, las vacas, los asnos, los camellos y las ropas, y regresaba a Aquis. Y decía Aquis: Dónde habéis merodeado hoy? Y David decía: En el Neguev de Judá, y el Neguev de Jerameel, o en el Neguev de los ceneos. Ni hombre ni mujer dejaba David con vida para que viniesen a Gat; diciendo: No sea que den aviso de nosotros y digan: Esto hizo David. Y esta fue su costumbre todo el tiempo que moró en la tierra de los filisteos. Y Aquis creía a David, y decía: Él se ha hecho abominable a su pueblo de Israel, y será siempre mi siervo (1 Samuel 27:8-12). David saqueó y allanó villa tras villa y distribuyó el botín entre sus amigos de Judá (1 Samuel 30:26). Pero en la narración hay una nota estremecedora. David adoptó una política de exterminación: matar hombres, mujeres y niños para evitar que ellos dieran información sobre él. Los verbos asolaba, dejaba y se llevaba están expresados en lo que en gramática se conoce como «copretérito», que es un tiempo verbal que expresa sentido durativo y describe una acción habitual. La exterminación fue su «política como lo describió el texto hebreo durante todo el tiempo que vivió en territorio filisteo». David vivió muy deprisa durante un año y cuatro meses.
EL ENGAÑO DE DAVID
Como súbdito del rey, David estaba obligado a informar de sus batallas y a compartir parte del botín de sus victorias. Aquis le preguntaba: «Dónde merodeaste hoy?» Y David mentía: «He estado merodeando a los israelitas y sus aliados, los de Jerameel y los ceneos». David escogió un camino que exigía engaño perpetuo. Tenía que mentir a Aquis todo el tiempo, un engaño totalmente indigno de su carácter. Aquis aceptó los informes de David como evidencia de su odio hacia Israel, pensando que David se había alienado a sí mismo de sus compatriotas y que ahora estaba totalmente a su servicio. «El se ha hecho abominable a su pueblo de Israel, y será siempre mi siervo» (27:12). Esa es una frase interesante: «Será siempre mi siervo». David, un hombre de Dios con espíritu de libertad, se había vendido a un rey pagano. T. S. Eliot dijo: «El espíritu exasperado va de error en error a menos que sea restaurado por ese fuego refinador».
EL MOMENTO DE LA VERDAD DE DAVID
Los filisteos reunieron sus fuerzas en Afec para ir a la guerra contra Israel. Ellos sabían de la desintegración del reino de Saúl y habían notado con gran satisfacción el creciente número de hombres poderosos que estaban abandonando a Saúl e identificándose con David, y, presumiblemente, con el ejército filisteo. Los filisteos decidieron dar un golpe final. Así que reunieron todas sus fuerzas junto con David y sus mercenarios con la intención de asaltar a Israel al otro lado de la llanura de Esdraelón. David estaba obligado a seguir a su rey a la batalla, aunque lo hizo con aprensión. Sabía que tenía que pelear contra sus propios compatriotas, contra Saúl, su rey, y contra Jonatán, su amado amigo. Tal vez en ese momento el corazón de David empezó a volverse a Dios, pidiéndole que lo sacara del lío en que se había metido. Si es así, el Señor lo escuchó. F. B. Meyer escribió: «Si por tus errores y pecados te has reducido a una falsa posición como esta, no te desesperes; sigue esperando en Dios. Confiesa tu pecado y apártate, y humíllate ante Él, y Él se levantará a liberarte. Puede que te hayas destruido a ti mismo, pero en Él estará tu ayuda». Se abrió una puerta de esperanza. La noche del encuentro Dios intervino. Los mismos filisteos insistieron en que David y sus hombres no participaran en la batalla, así que ellos volvieron aliviados a sus casas en Siclag. Cuando David y sus hombres vinieron a Siclag al tercer día, los de Amalec habían invadido el Neguev y a Siclag, y habían asolado a Siclag y le habían prendido fuego. Y se habían llevado cautivas a las mujeres y a todos los que estaban allí, desde el menor hasta el mayor; pero a nadie habían dado muerte, sino se los habían llevado al seguir su camino. Vino, pues, David con los suyos a la ciudad, y he aquí que estaba quemada, y sus mujeres y sus hijos e hijas habían sido llevados cautivos. Entonces David y la gente que con él estaba alzaron su voz y lloraron, hasta que les faltaron las fuerzas para llorar (1 Samuel 30:1-4). David y sus hombres habían estado en el camino durante tres días y estaban exhaustos, esperando ansiosamente ver a sus esposas e hijos. Cuando estaban cerca de Siclag vieron un hilo de humo en el horizonte y corrieron las últimas millas hasta llegar a Siclag. Encontraron la ciudad encendida y sus mujeres e hijos secuestrados. En vez de una reunión feliz, había un silencio pavoroso y una gran desolación. Sólo quedaron unos cuantos hombres y mujeres ancianos para contar la historia. David y sus hombres lloraron hasta que no pudieron más. Los soldados de David se volvieron y lo miraron en silencio enojados. Hablaban de lincharlo. David era personalmente responsable de su pérdida y él lo sabía. Debió haber dejado algunos hombres cuidando la ciudad. Debió haberlo sabido. Había defraudado a sus hombres. Ya puede usted imaginar su terrible sensación de aislamiento. Y luego estaba su propia pérdida personal. No había esperanza ni posibilidad humana de redimir la situación. Nunca podría alcanzar a los amalecitas. Ellos montaban en camellos y se habían ido hacía mucho. Cuando tenemos esperanza podemos soportar. Cuando nos roban la esperanza, la vida pierde todo su significado. David percibió el justo juicio de Dios. Su conciencia despertó y empezó a hablar. David estaba llevando una doble vida: traicionando a Aquis y merodeando a los aliados filisteos. Había masacrado villas enteras y luego había mentido. Ahora su villa y su familia habían desaparecido. Aquel fue uno de los momentos más oscuros en la vida de David.
1 Samuel 30, cortesìa de: http://estudiobiblia.blogspot.com/2018/07/1-samuel-30-rescate-de-los-secuestrados.html
EL ARREPENTIMIENTO DE DAVID
David lloró de dolor y desesperación. Lloró hasta que no pudo llorar más. Una reacción perfectamente natural. Pero lo natural es fatal. «Mas por el dolor del corazón el espíritu se abate», dice el proverbio (Proverbios 15:13). Y David se angustió mucho, porque el pueblo hablaba de apedrearlo, pues todo el pueblo estaba en amargura de alma, cada uno por sus hijos y por sus hijas; mas David se fortaleció en Jehová su Dios (1 Samuel 30:6). «David se angustió mucho», pero «se fortaleció en Jehová su Dios». Esa es una de las más grandiosas afirmaciones de la Biblia. Una vez más, David se refirió a Dios como su Dios. Sin duda alguna, los hombres de David le habían escuchado decir repetidamente: «Jehová es mi pastor, mi roca y mi salvación». Aunque David había manchado gravemente el nombre de Dios con su fracaso de fe y sus políticas torturadoras y traicioneras, el Señor seguía siendo Dios. Y en la crisis del momento, David podía huir hacia el refugio de sus alas. Dios nunca rehúsa su ayuda, ni siquiera cuando hemos causado nuestra propia ruina. Independientemente de lo que hayamos hecho, debemos correr a Él y tomar su mano fuerte. La persona que puede acudir a Dios con el peso del fracaso en mente y decirle: «Tú eres mi refugio», es la que entiende el generoso corazón de Dios. David «se fortaleció en Jehová». Debe haber regresado a las promesas de Dios de perdón y restauración, las cuales lo animaron tantas veces en otros períodos oscuros de su vida. Debe haber recordado los poemas que escribió en otros días negros como ese que reflejaban la fidelidad de Dios. Debe haber recordado que había estado en peores situaciones que esa y que Dios le había ayudado grandemente en aquellos momentos. Aunque su fe había sido probada severamente, no había sido defraudada. De esa manera se alentó a sí mismo. Todo lo que lo rodeaba era frustración y dolor. Pero Dios estaba cerca: «Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones» (Salmo 46:1). David encontró fortaleza en Dios y se convirtió en centro de paz. Recuerde las palabras de Pablo: «Portaos varonilmente, y esforzaos» (1 Corintios 16:13).
LA RECUPERACIÓN DE DAVID
Al final, David recuperó todo lo que los amalecitas habían robado, incluyendo su familia (1 Samuel 30:18-19). Pero no todos nuestros fracasos terminarán de esa manera. No hay garantías en esta vida de que vamos a recuperar la familia, el negocio o la reputación que hemos perdido por causa de nuestra locura. Puede que lleguemos al final de nuestros años muy lejos de nuestras metas. Tal vez nos conozcan mejor por nuestros fracasos que por nuestros éxitos. Quizás no seamos poderosos ni prósperos. Pero si aceptamos la decepción y dejamos que ésta nos acerque a Dios, descubriremos con el tiempo que nuestros fracasos nos ha dado una mayor comprensión de su amor y de su gracia. Eso es, indiscutiblemente, lo mejor. Necesitamos una fe enorme para creer que nuestros fracasos son para bien. Pero es verdad. Aprendemos mucho más de los desengaños que del éxito. Llegamos a conocer a Dios y sus caminos. La persona que nunca ha fracasado nunca ha descubierto eso.
DAVID: CÓMO SUPERAR EL FRACASO MORAL
Constantemente veo
a mis amigos caer. Me pregunto por qué. Qué hace que un hombre destruya su
matrimonio y todo por lo que ha trabajado a cambio de una aventura pasajera?
Ejemplo de esto es David, el rey más grandioso de Israel, el hombre «con un
corazón conforme a Dios». Cayó por Betsabé, la bonita y joven esposa de Urías.
Sucedió «en el tiempo que salen los reyes a la guerra» (2 Samuel 11:1). Sin
embargo, aquella primavera, en un letargo fatal, las energías de David se
centraron en otra parte. «Y sucedió un día, al caer la tarde, que se levantó
David de su lecho y se paseaba sobre el terrado de la casa real» (v. 2). Desde
allí tenía muy buena vista de Jerusalén y podía mirar abajo hacia los patios
vecinos. Mientras echaba un vistazo a la ciudad, su mirada cayó sobre una joven
mujer que se estaba bañando. El texto dice que era muy hermosa (v. 2). Si le parece
que la mujer no era muy recatada recuerde que en aquellos días no había
cañerías internas. Era normal tomar baños afuera en patios cerrados.
2 Samuel 11:1, cortesìa de: https://jesusislife.net/2021/06/30/2-samuel-11/
David se
quedó embelesado! Envió a alguien «a preguntar por aquella mujer» (v. 3), y
entonces, uno de sus amigos trató de disuadirlo. «Aquella es Betsabé hija de
Eliam, mujer de Urías heteo» (v. 3) le dijo. Era una mujer casada, de hecho,
estaba casada con Urías, uno de los hombres fuertes de David y miembro de su
guardia personal exclusiva (23:39). Sin embargo, David no quería privarse de
nada. «Y envió David mensajeros, y la tomó». Una mala acción condujo a la otra
y «él durmió con ella. Luego ella... se volvió a su casa». Posteriormente, se
nos dice, ella «concibió... y envió a hacerlo saber a David, diciendo: Estoy
encinta» (11:4-5). David sabía que tenía un problema grave! El esposo de
Betsabé estaba participando en la toma de la ciudad amonita de Rabá e iba a
estar ausente varios meses. Cualquiera sabía contar hasta nueve. En otras
tierras, los reyes eran la ley, pero no en Israel. Nadie estaba por encima de
la Palabra de Dios. El adulterio era un pecado grave. Pero David, que siempre
fue hombre de acción, ideó un plan para desviar las consecuencias de su
aventura. Envió un mensaje a Joab para que dejara ir a Urías de su comando y lo
enviara a Jerusalén, aparentemente para informar de la guerra. Pero en realidad
era para que fuera a su casa con Betsabé. Cuando el guerrero llegó, David
escuchó su informe y luego envió a Urías a su casa: «Desciende a tu casa, y lava
tus pies» (v. 8), le dijo con un guiño. Pero Urías «durmió a la puerta de la
casa del rey con todos los siervos de su señor, y no descendió a su casa» (v.
9). Cuando David le preguntó por qué no fue a su casa, Urías le explicó: «El
arca e Israel y Judá están bajo tiendas, y mi señor Joab, y los siervos de mi
señor, en el campo; y había yo de entrar en mi casa para comer y beber, y a
dormir con mi mujer? Por vida tuya, y por vida de tu alma, que yo no haré tal
cosa» (v. 11). David contestó: «Quédate aquí aún hoy, y mañana te despacharé. Y
se quedó Urías en Jerusalén aquel día y el siguiente. Y David lo convidó a
comer y a beber con él, hasta embriagarlo. Y él salió a la tarde a dormir en su
cama con los siervos de su señor; mas no descendió a su casa» (11:12-13). Urías
no quería ir a su casa mientras los que estaban bajo su mando se encontraban
separados de sus esposas y familias. A pesar de los repetidos esfuerzos de
David por persuadirlo, el decidido heteo se negó. Ni siquiera embriagarlo dio
resultado. Cada noche, Urías desenrollaba su bolsa para dormir en el piso del
cuarto de la guardia del palacio y dormía con el resto de los soldados. El
tiempo se estaba acabando. David puso precio a su cabeza ordenando al general
Joab lo siguiente: «Poned a Urías al frente, en lo más recio de la batalla, y
retiraos de él, para que sea herido y muera» (v. 15). Joab, que no era tonto,
se negó a obedecer la orden de David. El plan era tan evidentemente traicionero
que lo alteró: «Así fue que cuando Joab sitió la ciudad, puso a Urías en el
lugar donde sabía que estaban los hombres más valientes. Y saliendo luego los
de la ciudad, pelearon contra Joab, y cayeron algunos del ejército de los
siervos de David; y murió también Urías heteo» (vv ). Entonces Joab envió un
mensajero a David con un informe sobre la batalla. Sabía que David iba a
criticar sus tácticas y la resultante pérdida de vida, pero se apresuró a
informar que Urías había muerto (vv ). David no quería incomodar a Joab, por lo
que dijo: «La espada consume, ora a uno, ora a otro» (v. 25). Cuando Betsabé
escuchó que su marido había muerto, hizo duelo por él. Cuando acabó su breve
duelo, David «la trajo a su casa; y fue ella su mujer, y le dio a luz un hijo»
(vv ). David actuó con una prisa inapropiada, pero el matrimonio le puso un
final legal a la despreciable aventura... o al menos eso pensó David. Pero Dios
lo sabía, y «esto que David había hecho, fue desagradable ante los ojos de
Jehová» (v. 27). Pasó un año, durante el cual David se deterioró física y
emocionalmente. Más tarde describió sus sentimientos: Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día.
Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; se volvió mi verdor en
sequedades de verano (Salmo 32:3-4). Los remordimientos de conciencia lo
mantenían intranquilo y melancólico. En cada momento que pasaba despierto se
sentía muy desgraciado. Por las noches daba vueltas en la cama. La ansiedad
acabó con su energía. Su depresión se agravaba con cada día que pasaba. A la
larga, David tuvo que enfrentar los hechos. Para ser más exactos, tuvo que
enfrentar al profeta Natán, quien sabía la verdad. Natán puso una trampa al
pastor y rey con una historia acerca de un hombre rico que tenía muchas ovejas,
pero se adueñó de la oveja mascota de otro hombre para servir a un viajero
extranjero (2 Samuel 12:4). David se enfureció, y al principio reaccionó
exageradamente porque lo consideró un escándalo moral: «Vive Jehová, que el que
tal hizo es digno de muerte». Pero el robo de ovejas no era un delito capital
en Israel. Según Éxodo 22:1, el ladrón sólo tenía que hacer una restitución
cuádruple a la víctima. David entonces dijo: «Y debe pagar la cordera con
cuatro tantos, porque hizo tal cosa, y no tuvo misericordia» (v. 6). Natán
emitió su veredicto. «...Tú eres aquel
hombre. Así ha dicho Jehová, Dios de Israel: Yo te ungí por rey sobre Israel, y
te libré de la mano de Saúl, y te di la casa de tu señor, y las mujeres de tu
señor en tu seno; además te di la casa de Israel y de Judá; y si esto fuera
poco, te habría añadido mucho más. Por qué, pues, tuviste en poco la palabra de
Jehová, haciendo lo malo delante de sus ojos?...» (12:7-9).
El rey David y el profeta Natàn, cortesìa de: https://hu.pinterest.com/pin/488148047086342938/?amp_client_id=CLIENT_ID%28_%29&mweb_unauth_id=&simplified=true
Cuando lo
enfrentaron con su corrupción, las defensas de David se desmoronaron.
Enterrando el rostro entre las manos exclamó: «Pequé contra Jehová». Y Natán
contestó: «Jehová ha remitido tu pecado; no morirás» (v. 13). Hemos de dar el
crédito a David porque no se justificó. Reconoció su pecado y Dios
inmediatamente canceló la sentencia que había contra él. David pudo levantar la
cabeza. Posteriormente escribió: Mi pecado te declaré, y no encubrí mi
iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; y tú perdonaste la
maldad de mi pecado (Salmo 32:5).
Salmo 32:5, cortesìa de: https://www.pinterest.com.mx/pin/311944711662159506/
Como prometiera el apóstol Juan: «Si
confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados,
y limpiarnos de toda maldad» (1 Juan 1:9). La felicidad consiste en saber que
nuestros pecados han sido perdonados. Bienaventurado [feliz] aquel cuya
transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado. Bienaventurado [feliz] el
hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño
(Salmo 32:1-2). El pecado de David tuvo terribles consecuencias para él. Natán
predijo que él sufriría: Por lo cual ahora no se apartará jamás de tu casa la espada,
por cuanto me menospreciaste, y tomaste la mujer de Urías heteo para que fuese
tu mujer. Así ha dicho Jehová: He aquí yo
haré levantar el mal sobre ti de tu misma casa, y tomaré tus mujeres delante de
tus ojos, y las daré a tu prójimo, el cual yacerá con tus mujeres a la vista
del sol. Porque tú lo hiciste en secreto; mas yo haré esto delante de todo
Israel y a pleno sol... Mas por cuanto con este asunto hiciste blasfemar a los
enemigos de Jehová, el hijo que te ha nacido ciertamente morirá (2 Samuel 12:10-12,14).
David pagó muy caro sus pocos momentos de placer. Su vida familiar y su carrera
política se vinieron abajo desde aquel momento en adelante. Todo lo que predijo
Natán se cumplió....dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre
sembrare, eso también segará (Gálatas 6:7). Sin embargo David pudo levantarse
de su caída con Dios. «No hay caída que en realidad nos pueda deshacer escribió
C. S. Lewis si nos levantamos cada vez. Claro que para cuando lleguemos a casa,
vamos a ser niños muy enlodados y andrajosos... Lo único fatal sería perder la
paciencia y darse por vencido».
Historia de David y Betsabè, cortesìa de: https://www.theredheadedhostess.com/product/2-samuel-5-7-11-12-1-kings-3-8-11/
LA LEY DE LA CONSECUENCIA INEVITABLE
Al leer la historia
de David y observar a mis amigos caer he llegado a una conclusión: el colapso
moral raras veces llega de golpe; es más bien un escape 30 lento, resultado de
mil pequeñas complacencias. Muy pocas personas planifican cometer adulterio;
caen en él. Empieza con atracción. Más que la lascivia es la infatuación lo que
nos derriba. Nos sentimos atraídos hacia alguien sensible, comprensivo, que
escucha y parece que se preocupa por nosotros. Somos seducidos por esa
atracción e inducidos en diferentes grados a proceder. La atracción se vuelve
fantasía: nos imaginamos con esa persona y la sensación es buena. Cuando
hacemos de las aventuras una ficción, siempre parecen correctas. Ese es su
engaño fundamental. Las fantasías nos suavizan, y nuestras convicciones se
debilitan. Caemos entonces en la actitud mental de escuchar a nuestros anhelos,
y una vez los escuchamos, no tenemos la voluntad para resistir. No podemos
evadir el hacer realidad nuestros pensamientos predominantes. Entonces vienen
las reuniones y el compartir conflictos internos, decepciones conyugales y
otras profundas heridas. Y al compartir esas cosas, la relación empieza a
cambiar. De repente somos dos personas que se sienten solas y que necesitan el
amor del otro. Luego viene la inevitable rendición, y con esa rendición, la
necesidad de justificar la aventura. No podemos vivir con el desconcierto.
Tenemos que racionalizar nuestra conducta culpando a alguien o a algo: las
presiones de nuestro trabajo o las limitaciones de nuestros cónyuges. Las malas
acciones de los demás se convierten en nuestra razón. Todo debe verse bien.
Pero nuestros corazones saben. Hay momentos en que nuestras voluntades se
suavizan y anhelamos corregir las cosas. Si entonces no escuchamos a nuestro
corazón se produce un endurecimiento metálico, y luego corrupción. Nuestras
malas acciones cambian, y se alteran su forma y calidad, evolucionando a un
obscuro narcisismo y una horripilante crueldad. No nos importa quién salga
herido siempre y cuando consigamos lo que queremos. Y finalmente llega la
inevitable revelación. Primero lo negamos: «No hay nadie más!» Luego lo
encubrimos: «Es sólo platónico». Y por último, nuestro engaño es revelado desde
las azoteas. No hay lugar para ocultarse de la luz. Cuando nuestras malas obras
han quedado al descubierto, Dios nos recuerda su cruz, su perdón, su gracia
incomparable. Luego empieza a hacernos de nuevo. Pero sólo hay una forma de
conocer ese perdón: reconociendo lo terrible que es nuestro pecado y aquella
anticuada palabra: arrepintiéndose. Debemos aborrecer lo que hemos hecho y
abandonarlo asqueados. Eso es lo que
Pablo llama «la tristeza que es según Dios [que] produce arrepentimiento para
salvación, de que no hay que arrepentirse» (2 Corintios 7:10).
2 Corintios 7:10, cortesìa de: https://mvmspanish.wordpress.com/2011/08/08/arrepentimiento-2-corintios-710/
La tristeza que
no es según Dios es aquella que se siente cuando nos han descubierto o cuando
sufrimos las consecuencias de haber sido descubiertos. El resultado es una
culpa intensificada, ansiedad y desesperanza. La tristeza según Dios, por otro
lado, es por el pecado mismo y por el daño que ha hecho a los demás. La
tristeza que es según Dios impone corregir las cosas. Pablo lo expresó así:
«Porque he aquí, esto mismo de que hayáis sido contristados según Dios, qué
solicitud [por obedecer] produjo en vosotros, qué defensa [de malas acciones],
qué indignación [contra el mal], qué temor [a caer en pecado otra vez], qué
ardiente afecto [a la pureza], qué celo [por aquellos perjudicados por nuestro pecado], y qué vindicación! [de ver que se haga justicia]» (2 Corintios
7:11). Como aprendiera el mismo David: «Los sacrificios de Dios son el espíritu
quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios»
(Salmo 51:17).
Salmo 51:17, cortesìa de: https://www.pinterest.com.au/pin/30117891246802320/
Dios discierne las posibilidades incluso en nuestra contaminación, perdona nuestros pecados, contrarresta nuestros errores, y se dispone a hacernos mejores que nunca. Por tanto, en lugar de lamentar nuestra humillación debemos seguir adelante. El pecado puede tener consecuencias con las cuales debamos vivir el resto de nuestras vidas naturales, pero si uno se arrepiente de su pecado, a la larga cosecha el bien. Dios toma lo peor que podemos hacer y lo integra como parte de lo bueno que Él ha prometido. Él es el Dios de las tonterías y los fracasos, y el Dios de las segundas oportunidades. (1)
Referencias
(1) https://docplayer.es/47081899-Serie-tiempo-de-buscar.html